Muchos de los impedimentos que encontramos a lo largo de nuestro camino que no nos permite realizarnos felizmente, en diferentes áreas de nuestra vida, proceden de vidas pasadas o traumas de la niñez que bloqueamos como sistema de autodefensa. Esto queda registrado en nuestros cuerpos sutiles a modo de cicatrices emocionales, trayendo como consecuencia angustias, depresión, patrones repetitivos de conductas, pensamientos recurrentes que agobian, pánico, etc.
Esta terapia actúa diluyendo estos bloqueos y lo hace de tres maneras:
1- Ayuda a la persona a traer a la conciencia aquello que no puede ver por si sola, de esta manera al encontrar el origen de su desarmonía puede comprenderlo y trabajarlo en forma consciente.
2- Otorga energía, claridad y fortaleza para tener otra postura ante sus problemas, ya sea que se manifiesten a nivel físico, emocional o espiritual y brinda herramientas para que la persona colabore en su proceso de autosanación, reforzando a su vez el sistema inmunológico espiritual.
3- Finalmente con un tratamiento adecuado y constante sumado a la colaboración del consultante en el proceso, se logra disolver las cicatrices emocionales que dejaron acontecimientos traumáticos no superados del pasado. Hay personas que experimentaron recuerdos espontáneos de existencia anteriores y otras que se encontraron con sus seres queridos que ya no están en este plano y pudieron resolver asuntos pendientes. T.A.R. es un tratamiento integral que actúa sobre cada individuo plasmándose en su alma y manifestándose de a acuerdo a las necesidades de cada ser. Esta terapia ha asistido eficientemente, como soporte a la medicina convencional, a personas con adicciones, tendencias suicidas y depresivas. Ayuda a quienes están en la búsqueda del despertar espiritual, contribuyendo a sutilizar su energía, afinando más sus canales de conexión con lo Divino, lo que les permite tener una visión más amplia, desarrollar aún más la intuición y tener una mayor apertura de conciencia.